Bienvenido a casa
Con el tiempo he aprendido a sentirme en casa casi en cualquier sitio. La necesidad hace virtud. Atrás quedó ya la sensación epicéntrica de mi habitación de adolescente, con sus minerales en cajas blancas de cartón, su estantería de pared con forma de casa y sus armarios de madera con rincones inaccesibles.