Duda y Fe nacieron en una madrugada sin luna, cuando el cielo apenas aprendía a bordar estrellas en su manto. Eran hijas de un mismo suspiro, el aliento primigenio que mezcla el anhelo con la incertidumbre. Desde el inicio, fueron inseparables: dos figuras idénticas en lo externo, pero con miradas que reflejaban mundos opuestos. Fe tenía ojos que parecían haber bebido el sol; Duda, en cambio, llevaba en la pupila el rastro de un horizonte que nunca acaba.
Crecieron juntas, compartiendo cada paso como si el destino de una dependiera del equilibrio de la otra. Cuando Fe caminaba con la certeza de que el sendero era firme, Duda le recordaba que cada piedra podía esconder un vacío. Fe, sin embargo, nunca se enfurecía; agradecía a su hermana por señalarle los recovecos invisibles, porque solo así podía pisar con confianza. Por su parte, Duda hallaba refugio en la determinación de Fe, como un pájaro que descansa en la rama más alta porque alguien le susurró que el viento no la quebrará.
Pero los humanos, con sus ojos torpes, nunca lograron distinguirlas. Para algunos, Fe era un capricho insensato; para otros, Duda era una traidora que susurraba mentiras al oído. Y mientras los hombres discutían sobre quién de las dos debía prevalecer, el vínculo que las unía comenzó a desgastarse. Fe empezó a cansarse del eterno cuestionamiento de Duda, y Duda, por su parte, sintió que Fe ya no escuchaba sus advertencias.
Fue una noche tormentosa cuando se separaron. Nadie sabe exactamente qué ocurrió, pero algunos cuentan que Fe decidió cruzar un puente sin mirar atrás, mientras Duda se quedó al borde, analizando las grietas del camino. Otros dicen que fue al contrario: Duda avanzó al reconocer que las tormentas no siempre destruyen, y Fe se quedó rezagada, creyendo que la luz bastaría para encontrar su camino.
Lo cierto es que, a partir de aquella noche, el mundo cambió. Fe camina sola por senderos donde antes habría sentido a su hermana advirtiendo sobre peligros invisibles. Y aunque su paso sigue siendo firme, a veces se detiene, como si esperara escuchar la voz que una vez la equilibraba. Duda, en cambio, vaga por laberintos donde cada decisión es un abismo, llevando en el pecho una nostalgia que no sabe nombrar.
Desde entonces, los hombres construyen templos para Fe y cavan pozos para Duda, sin darse cuenta de que ambas, en su soledad, añoran el tiempo en que eran una sola melodía, cantada al unísono en el corazón de la creación.
Prompt: Eres un escritor genial. Escribe un relato sobre la duda y la fe, como dos hermanas que nacieron juntas pero por vicisitudes se separaron. El relato debe ser literario, ingenioso, hermoso y lírico. Debe sugerir y proponer la historia de por qué en algún momento se separaron. Escribe con belleza en tus palabras. La última frase del relato debe empezar con «Desde entonces…».