La habitación

Si observas bien el centro de esta página
verás la casa donde mis hermanos
y yo nacimos. Tiene
un pino centenario en el jardín
y detrás un taller de ceramista.
Dos humildes milagros que he buscado
sin éxito en los pisos con terraza
y en la infancia distópica que sueño
después de cada orgasmo.
Acércate a la casa, nuestras perras
no muerden y las puertas no tienen cerradura.
Puede que oigas la voz de nuestra madre.
Escúchala y sabrás todas las cosas
que no dice este libro.
Muy cerca de la voz está el estanque
de los peces y el cuarto más pequeño.
No creo que me encuentres leyendo poesía.
Estaré con mis fósiles
o dibujando bestias luminosas
del fondo del océano.
Pasa, no puedo verte. Soy un niño
en medio de un poema, nada más.
Seguiré dibujando, aunque te acerques.
Esta es la habitación de quien escribe,
puedes mirarlo todo.
Fíjate bien en todos los detalles.
Ben Clark

Ceres

Admiro a los amigos que hacen pan
y los cuido y protejo con conjuros
inventados, escribo
poemas en su honor y, si se mudan,
vendo mi biblioteca y doblo mal
la ropa y la introduzco
en bolsas de basura y voy con ellos,
a su barrio, a su calle,
a su mismo edificio si es posible,
y así me dan el pan, el pan que han hecho
esta mañana, anoche, ayer, no importa,
tierno siempre, caliente aunque esté frío.
El pan. Y mis amigos me comprenden
y no se espantan, saben que no sé,
que no puedo, que nada
me gustaría más que no tener
que molestarlos siempre con el mismo
cuento; el pan, vuestro pan, me da la vida,
hace que me arrepienta y que me alegre
a la vez del tratado que firmamos
mucho antes de nacer: habrá personas
fecundas que harán pan, que enseñarán
a sus hijos el truco y que no tienen
a cambio que hacer nada.

Y habrá personas huecas como yo,
hijos sin hijos, nombres moribundos,
que a cambio de una pizca de ese amor
tendrán que proteger a los que saben,
cuidarlos siempre, amar a los que saben
y no pedirles nunca lo que es suyo
y agradecer las migas cuando falte
el pan, y ser amigo cuando no
haya nada de nada y sólo queden
palabras sobre el pan, y si eso ocurre
ser abrazo de roca y ser su barca,
porque esa es su tarea, la tarea
de un hombre que no puede y que no sabe,
pero que ama y comprende los milagros.

Ben Clark