Apocalipsis

Apocalipsis

Al principio, la gente seguía con sus vidas, como si nada pasase. Luego dejó de acudir a sus puestos de trabajo. Solo unos pocos individuos llegaban a su oficina, en su coche particular, a la hora de siempre. «Porque se acabe el mundo en treinta días no voy a dejar de hacer mi vida como hasta ahora», decían. Su vida, como hasta ahora.

Decadencia

Decadencia

Detuvo sus pasos, levantó la mirada y vio el color pálido de la fachada desgastada; las grietas dispersas por las paredes de ladrillos sucios, cubiertas de moho y humedad; los marcos de madera podrida de las ventanas, con sus cristales rotos custodiados por oscuros tablones de veta lisa, o simplemente por plásticos arrugados; las barandillas oxidadas de hierro forjado de los balcones; las tejas de cerámica rotas que asomaban amenazantes en lo alto del edificio; los trazos sin arte ni sentido hechos con spray negro barato; los cables chamuscados del tendido eléctrico que recorrían la fachada sin orden, ni destino, ni función; los canalones cubiertos de agua putrefacta, atascados por las hojas secas de otoño.

NS/NC

NS/NC

La naturaleza me equipó con unos ojos bonitos y una mente analítica. De los primeros siempre he disfrutado y sacado provecho; de la segunda me ha llevado algo más de tiempo acostumbrarme y darle un uso adecuado. Una mente observadora y deductiva, analiza todo lo que ocurre a su alrededor y saca conclusiones.

—¿Podría decirme, por favor, qué camino debo tomar?
—Eso depende de a dónde quieras ir —respondió el Gato.
—Lo cierto es que no me importa demasiado a dónde… —dijo Alicia.
—Entonces tampoco importa demasiado en qué dirección vayas… —contestó el Gato.
—…siempre que llegue a alguna parte —añadió Alicia, tratando de explicarse.
—¡Oh, te aseguro que llegarás a alguna parte —dijo el Gato— si caminas lo suficiente!

Un instante

Un instante

Un instante mágico, a mitad de camino en el transbordo de una estación de metro. Vislumbro un ejército de personas que caminan con la cabeza agachada. Autómatas en silencio. Luz artificial de halógenos. Voy con paso firme, camino de mi destino. Suena un violín, melodía dulce. Sonrío. La música me inspira complicidad. Se eleva entre las siluetas inanimadas. Me detengo a escuchar con todo mi cuerpo. El sol me espera fuera. Una pausa en el camino. Puedo esperar, sé a dónde me dirijo.