Frente a la costas del tiempo…
Frente a las costas del tiempo y de la escarcha, desnudo
de silencio entre las manos y ansioso de latires,
respira un corazón de piel descalza. En las arterias,
los grumos de la noche y de las piedras, la plegaria
del ciclo de las olas. El reposo del sol bajo el olivo
blanco. ¿Capaz que ya fue todo? ¿Acaso soy tan solo
un peregrino sin camino bajo el amor y entre la luz
de las estrellas.
de silencio entre las manos y ansioso de latires,
respira un corazón de piel descalza. En las arterias,
los grumos de la noche y de las piedras, la plegaria
del ciclo de las olas. El reposo del sol bajo el olivo
blanco. ¿Capaz que ya fue todo? ¿Acaso soy tan solo
un peregrino sin camino bajo el amor y entre la luz
de las estrellas.
Sereno de relojes y de alturas, pregunto a la vereda
¿soy caminante? La tierra del sendero me responde,
¿pero es que no lo ves? Lo tienes ahí delante. Los pájaros,
las flores, las montañas. Al fondo está la mar, ¡soy marinero!
La senda es transparente y está llena de barcos. La tormenta,
lo salvaje y el abrazo escondido entre los acantilados.
¿Acaso no lo has hecho ya otras veces? Capaz
que no recuerdas el pasado. Aquí la casa, allí una fuente
y el huerto de manzanos en la orilla, huele a menta. La belleza,
pintura y verso de todos los corales, me acompaña.
Estoy a salvo.
¿soy caminante? La tierra del sendero me responde,
¿pero es que no lo ves? Lo tienes ahí delante. Los pájaros,
las flores, las montañas. Al fondo está la mar, ¡soy marinero!
La senda es transparente y está llena de barcos. La tormenta,
lo salvaje y el abrazo escondido entre los acantilados.
¿Acaso no lo has hecho ya otras veces? Capaz
que no recuerdas el pasado. Aquí la casa, allí una fuente
y el huerto de manzanos en la orilla, huele a menta. La belleza,
pintura y verso de todos los corales, me acompaña.
Estoy a salvo.
Eduardo de la +