Tinieblas

A oscuras, de madrugada, tus besos
ocultos en la penumbra,
secretos, bajo una noche
de estrellas, olivos y serranía.

Se abre una puerta, los cuerpos
se buscan, las bocas se encuentran,
es el hambre quien se come y se devora
con un ansia clandestina.

Ojos aglomerados observan
nos miran, sin ver,
sin saber, nos vigilan, nosotros
seguimos jugando a ser fresas
de campo, sabrosas,
el rojo en tu cuello, mi mano
en las flores, hermosas,
las bocas se muerden, inquietas,
el tiempo y los latires
                                     se detienen,
las ganas y la sangre
                                    se aceleran.

Pronto la luz y separados,
volvemos a fundirnos con la casa.
Tus besos por furtivos, verdaderos,
el juego por discreto, terminado.
Nos dormimos.
Pronto el sol y tu pijama,
tu pelo alborotado y somnolientos
buscamos el reencuentro en la cocina
y el aroma del café de la mañana
                                             recién hecho.

Eduardo de la +