Apocalipsis

Apocalipsis

Al principio, la gente seguía con sus vidas, como si nada pasase. Luego dejó de acudir a sus puestos de trabajo. Solo unos pocos individuos llegaban a su oficina, en su coche particular, a la hora de siempre. «Porque se acabe el mundo en treinta días no voy a dejar de hacer mi vida como hasta ahora», decían. Su vida, como hasta ahora.

Decadencia

Decadencia

Detuvo sus pasos, levantó la mirada y vio el color pálido de la fachada desgastada; las grietas dispersas por las paredes de ladrillos sucios, cubiertas de moho y humedad; los marcos de madera podrida de las ventanas, con sus cristales rotos custodiados por oscuros tablones de veta lisa, o simplemente por plásticos arrugados; las barandillas oxidadas de hierro forjado de los balcones; las tejas de cerámica rotas que asomaban amenazantes en lo alto del edificio; los trazos sin arte ni sentido hechos con spray negro barato; los cables chamuscados del tendido eléctrico que recorrían la fachada sin orden, ni destino, ni función; los canalones cubiertos de agua putrefacta, atascados por las hojas secas de otoño.

La tienda mágica

La tienda mágica

Érase una vez una niña que era muy maja y se llamaba Vicky. Un día se encontró un perro hablador entre los arbustos de su jardín. Vicky se extrañó porque era como mágico, y de pronto dice: -Hola. Entonces Vicky se quedó alucinada, como al lado de su casa hay una tienda de animales, sucia y medio abandonada fue a ver, entro y era tan bonita que se quedó más y se fijó tanto que descubrió que era una tienda mágica. Dejó al perro y fue a verle todos los días.

(Paula C.A., 8 años)