El día en que se queman las estrellas
la luz blanca cae sobre unos hielos escondidos
en la mesa y tres sillas plegables.
La bóveda oscura, despejada, el lago mínimo
y los abrigos, abrimos tres cervezas, y una manta,
¡acércate!
Estoy en casa, en una casa de cuatro ruedas,
con piel de espuma y edredón. Soy un triángulo
de amigos y en la montaña, unidos y enredados,
por un cable de acero, cerca de dios,
nos conocimos.
Un fuego extraño cruza el cielo y una temprana primavera
nos recuerda lo pequeño y el detalle,
somos amigos y es lo bello.
Todo pasa y aún nos queda el entusiasmo
de aquella noche en la que vimos
con asombro y a lo lejos
cómo las estrellas se quemaron.
Satélites
Eduardo de la +