Verbos intransitivos

Siempre intento amar
de manera intransitiva.
Escribir una oración sin complemento
con sujeto, verbo y predicado,
construida en voz activa.
Amar como vocación, verbo cierto,
cuya acción no se proyecta
sobre un objeto directo.
Amar desde dentro y hacia fuera
como quien mira un paisaje
al llegar la primavera.
Amar desde fuera y hacia dentro,
como un suspiro, una sorpresa
que nos deja sin aliento
y nos llena el alma de colores.
Amar, sí, amar.
       Amar en mil direcciones.
                Amar y volver a amar.
Amar, una y otra vez,  
—de manera intransitiva—
como el verbo respirar, con el permiso
de una brizna de aire puro.
Partir
          sin previo aviso.
Iluminar una estancia
donde antes todo era oscuro
y difuminar los límites
entre nosotros y el mundo.
Chocar
          como una ola que, al morir,
no se esconde, sino que vuelve
a ser mar y océano y cántaros
                                        de lluvia.
Partir
          sin saber a dónde.
Anidar
          como los pájaros,
en las ramas de algún árbol
y, al crecer, volar un cielo limpio
o navegar una tormenta,
pero nunca más
                            volver.
Mentir
          y hacerlo con piedad
como sin darse ni cuenta
sin maltratar la verdad.
Llorar lágrimas
          de tristeza un día,
agua salada que me recorre la cara;
pero al pasar de las páginas
la historia manchada de pena,
se convierte en alegría.
Bailar
          swing toda la noche
hasta tener agujetas,
empapados de sudor, y después
ya en tu cama, en tu regazo
inflamarnos con amor
                                  y, al terminar,
mirar la luna y las estrellas
a través de la ventana, rodearte
con mi brazo, dormirnos, soñar
con ellas, acariciarte y, sin prisas,
esperar a la mañana.
Bromear
          y despertarnos con un beso,
entre arrumacos y risas.
Podría seguir así —como ejemplo—
usando un verbo tras otro,
verbos que no tienen complemento
o tienen el complemento roto.
Verbos que atraviesan el objeto y lo superan.
Así entiendo yo el verbo amar,
un amar sublime, despacio y lento,
una acción que se proyecta al infinito, sin medida,
y al llegar en un momento a los confines y expandirse,
rellena todo el espacio de vida.
Un amar intransitivo
que amar —quiera o no quiera—
siempre comienza y amar
siempre termina contigo.

Eduardo de la +

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