Partículas tangentes,
desdobladas, en compresión atómica.
Voluntades subterráneas, primigenias.
El caos se impacienta.
Al otro lado, el abismo. La nada.
Amor cosmológico latente.
Todo está por crear. Tus pecas,
los arroyos, el color malva y un olivo.
El grito del universo afligido.
Materia escondida, energía negra,
germen de constantes y proporciones.
Realidades hechas de vacío.
Tu voz, en el origen.
Abro mis ojos y apareces.
Te pienso y estallo.
Brota mi ser.
Atardecer cuántico en mis pupilas.
Estocástica radiante, incierta y caprichosa.
Espectros luminosos de partículas.
Predicción ondulatoria.
Detrás de todo, ¿quién?
A dónde va la luz cuando se aleja.
A dónde el tacto de tu piel cuando me deja.
El alma vertical entrelazada.
Estructura disipada tejida con hilos celestiales,
eternidad latente y en las esquinas, amor.
Partícula existencial, mecánica absoluta.
Retorno a los altares del origen.
Sin palabras,
no hay Dios. Entre los versos, tú.
La lírica hecha carne, la física desvanecida.
Por los bordes, rebosante, se derrama la belleza.
Ya no hay otra forma de entender el universo.
Poema cuántico
Eduardo de la +