The Grass so little has to do –

Tiene tan poco que hacer la hierba —
Una esfera de sencillo verde —
Solo incubar mariposas
Y entretener abejas —

Y agitarse todo el día ante bonitas canciones
Que le trae la brisa —
Y retener la luz del sol en el regazo
E inclinarse ante todo —

Y ensartar el rocío por la noche, como perlas —
Y hacerse tan delicada
Que una duquesa sería demasiado vulgar
Para percibirlo —

E incluso cuando muere, fallece
Con tan divino aroma —
Como humildes especias dormidas —
O amuletos de pino —

Después, habitar en graneros soberanos —
Y pasar los días durmiendo
Tiene tan poco que hacer la hierba
¡Ojalá yo fuese heno! —

Emily Dickinson

Could I but ride indefinite

Si yo pudiese cabalgar ilimitada
Como hace la abeja en la pradera
E ir de visita solo donde yo quisiera
Y que nadie me visitara

Y flirtear todo el día con ranúnculos
Y casarme con quien yo quiera,
Y habitar un poco en todos lados,
O mejor, huir

Sin policía que persiga
O que me siga si lo hago
Hasta que salte penínsulas
Para alejarme de ti —

Dije, «ser solo una abeja»
En una corriente de aire
Y remar en la nada todo el día
Y anclarme «fuera del puerto»

¡Qué libertad! Así piensan los cautivos
Que aguardan en estrechas mazmorras.

Emily Dickinson

Forever – is composed of Nows –

El Siempre – está compuesto de Ahoras –
No es un tiempo distinto –
Excepto por su Infinitud –
Y la Latitud del Hogar –

De esto – experimentado Aquí –
Quita las Fechas – a Estos –
Deja que los Meses se disuelvan en más Meses –
Y los Años – exhalen en Años –

Sin Debate – ni Pausa –
Ni Días Celebrados –
No diferentes Nuestros Años serían
De los Años del Señor –

Emily Dickinson

Un poco más mía

Vivo en una casa mágica.

Tiene un piano,
dos cuadros
y un piso de arriba
donde juego
al escondite conmigo.

En un cuadro pone «Poesía»,
en el otro «Por la vida, mi amor, por la vida».
Lo que pasa aquí es en blanco y negro
y tiene cientos de luces pequeñitas.
Como yo. A veces.

Dejar entrar,
dejo entrar poco,
y casi siempre
se tropiezan en la puerta.

Todos los días necesito salir
y a cada rato estoy deseando volver.
No es la casa más ordenada del mundo,
pero es en la que mejor suena la música.

Las estanterías cada vez esconden
más libros,
ya tengo rincón preferido
y los marcos de fotos
están preparados para recordar.

El tendedero suele andar por medio,
y no, aquí tampoco me duermo pronto.

Siempre hay leche, mermelada, cerveza
y propaganda de comida para llevar.

El patio es el sitio más verde y
con más paz de todo Madrid
y los gatos del barrio
se vienen a leer conmigo cada tarde.

A veces
hasta me saluda algún vecino.
Lo cierto es que,
por mucho que os cuente,
no os hacéis ni una idea.

Y eso es lo mejor,
porque así es un poco más mía
y un poco menos de todos los demás.

Patricia Benito

I

Porque se oyera siempre el mar como aquel día …
¿Qué corazón pudiera yo brindarle al mar
porque se oyera como lo oí, mío y compartido,
mar de azul que no acaba, oh mar azul que sangro?

Un mar que tuvo voz para contarme a solas
tanta historia caliente de cuerpos en el agua,
que es del mar y no es del mar, que lo es del cielo,
y nunca baja al mar, aunque esté dentro.

¡Qué sed tengo de ti, cómo quiero beberte
desde tus propias fauces, en el umbral de entonces!
Búscame, yo te llevo, hazte mío y tómame
como tomas las barcas y las orillas trémulas.

Carmen Conde

Ante ti

Porque siendo tú el mismo, eres distinto
y distante de todos los que miran
esa rosa de luz que viertes siempre
de tu cielo a tu mar, campo que amo.

Campo mio, de amor nunca confeso;
de un amor recatado y pudoroso,
como virgen antigua que perdura
en mi cuerpo contiguo al tuyo eterno.

He venido a quererte, a que me digas
tus palabras de mar y de palmeras;
tus molinos de lienzos, que salobres
me refrescan la sed de tanto tiempo.

Me abandono en tu mar, me dejo tuya
como darse hay que hacerlo para serte.
Si cerrara los ojos quedaría
hecha un ser y una voz: ahogada viva.

¿He venido, y me fui; me iré mañana
y vendré como hoy …? ¿Qué otra criatura
volverá para ti, para quedarse
o escaparse en tu luz hacia lo nunca?

Carmen Conde

Me gusta andar de noche las ciudades desiertas

Me gusta andar de noche las ciudades desiertas,
cuando los propios pasos se oyen en el silencio.
Sentirse andar, a solas, por entre lo dormido,
es sentir que se pasa por entre un mundo inmenso.

Todo cobra relieve: una ventana abierta,
una luz, una pausa, un suspiro, una sombra…
Las calles son más largas, el tiempo también crece.

¡Yo alcancé a vivir siglos andando algunas horas!

Concha Méndez

Yo cantar, cantar, canté…

Yo cantar, cantar, canté,
aunque mi gracia era poca,
que nunca (y de ello me pesa)
fui yo chiquilla graciosa.
Cante como mal sabía,
dando vueltas y cabriolas
como hacen los que no saben
directamente una cosa.
Pero después, despacito,
y un poco más alto ahora,
fui soltando mis cantigas
cual quien no quiere la cosa.
Yo bien quisiera que en ellas
bailasen aguas con la luz,
bailasen sol y palomas,
blandas aguas con la luz,
suaves aires con las rosas;
que en ellas claras se viesen
espumas de verdes ondas,
del cielo blancas estrellas,
de tierra plantas hermosas,
nieblas de color sombrío
que allá en las montañas rotan,
los chillidos del mochuelo,
las campanitas que doblan,
la primavera que ríe,
las aves voladoras.
Canta que te canta mientras
el corazón triste llora.
Esto y más yo bien quisiera
decir con lengua graciosa:
mas donde gracia me falta
el sentimiento me sobra:
aunque éste tampoco basta
para explicar ciertas cosas,
que a veces por fuera canta
alguien que por dentro llora.
No me expliqué cual quisiera,
que soy de palabra poca,
si gracia en cantar no tengo,
el amor patrio me ahoga.
Yo cantar, cantar, canté,
aunque mi gracia era poca.
Mas qué hacer, desventurada,
si no nací graciosa!
Rosalía de Castro

Negra sombra

Cuando pienso que te huyes,
negra sombra que me asombras,
al pie de mis cabezales,
tornas haciéndome mofa.
Si imagino que te has ido,
en el mismo sol te asomas,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que sopla.
Si cantan, tú eres quien cantas,
si lloran, tú eres quien llora,
y eres murmullo del río
y eres la noche y la aurora.
En todo estás y eres todo,
para mí en mí misma moras,
nunca me abandonarás,
sombra que siempre me asombras.
Rosalía de Castro

¡Oh Hermosura que excedéis…

¡Oh Hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir, dolor hacéis,
y sin dolor deshacéis,
el amor de las criaturas.
¡Oh ñudo que ansí juntáis
dos cosas tan desiguales!
No sé por qué os desatáis,
pues atado fuerza dais
a tener por bien los males.
Juntáis quien no tiene ser
con el Ser que no se acaba.
Sin acabar, acabáis;
sin tener que amar, amáis;
engrandecéis nuestra nada.
Santa Teresa

En la tierra de nadie

En la tierra de nadie, sobre el polvo
que pisan los que van y los que vienen,
he plantado mi tienda sin amparo
y contemplo si van como si vuelven.
Unos dicen que soy de los que van,
aunque estoy descansando del camino.
Otros “saben” que vuelvo, aunque me calle;
y mi ruta más cierta yo no digo.
Intenté demostrar que a donde voy
es a mí, sólo a mí, para tenerme.
Y sonríen al oír, porque ellos todos
son la gente que va, pero que vuelve.
Escuchadme una vez: ya no me importan
los caminos de aquí, que tanto valen.
Porque anduve una vez, ya me he parado
para ahincarme en la tierra que es de nadie.
Carmen Conde

Cuando me vaya

Cuando me vaya…
no quiero ser estatua,
ni cuadro ni vitrina,
sólo si acaso de saco una cortina
que te entorne la luz para que duermas.
Quisiera convertirme en tu linterna
y serte útil cuando no ves claro,
eso y sólo dormirme en tu costado
y amanecer rezando en tu cadera.
Quisiera ser la lluvia en tu pradera
o tú mi lluvia o yo tu mar y tú mi barco
o al revés, jugar,
ser siempre un niño que en el amor me crezco,
quisiera ser,
todo lo que ya soy y aún no merezco.
Gloria Fuertes

Ayer me porté mal

Ayer me porté mal con el cosmos.
Viví todo el día sin preguntar por nada,
sin sorprenderme de nada.
Realicé acciones cotidianas,
como si fuera lo único que tenía que hacer.
Aspirar, espirar, un paso tras otro, obligaciones,
pero sin pensamientos que fueran más allá
de salir de casa y volver a casa.
El mundo podría ser tenido por un mundo loco
y yo lo tuve para mi propio y trivial uso.
Ningún cómo, ningún por qué,
o de dónde ha salido éste,
o para qué quiere tantos impacientes detalles.
Fui como un clavo superficialmente clavado a la pared,
o
(aquí una comparación que no se me ha ocurrido).
Uno tras otro se fueron sucediendo cambios
incluso en el limitado campo de un abrir y cerrar de ojos.
En la mesa más joven, con una mano un día más joven
había pan de ayer cortado de forma distinta.
Las nubes como nunca y la lluvia como nunca,
porque era con otras gotas que llovía.
La Tierra giraba sobre su eje
pero en un espacio abandonado para siempre.
Duró sus buenas 24 horas.
1.440 minutos de ocasiones.
86.400 segundos que mirar.
El cósmico savoir-vivre
aunque calla sobre nuestro asunto,
exige, sin embargo, algo de nosotros:
una cierta atención, un par de frases de Pascal
y una sorprendente participación en este juego
de reglas desconocidas.
Wislawa Szymborska

La estación del ferrocarril

Fuiste avisado
con una carta no enviada.
Lograste no llegar
a la hora prevista.
El tren llegó al andén número tres.
Bajó mucha gente.
Entre la muchedumbre se dirigió a la salida
la ausencia de mi persona.
Varias mujeres me sustituyeron
rápidamente
en aquella prisa.
A una de ellas se acercó corriendo
alguien desconocido para mí
pero ella lo reconoció
al instante.
Ambos intercambiaron
un beso no nuestro,
durante el cual se perdió
no mi maleta.
La estación de la ciudad de N
pasó bien el examen
de la existencia objetiva.
La totalidad estaba en su lugar.
Los detalles se movían
por las vías marcadas.
Tuvo lugar incluso
la cita acordada.
Fuera del alcance
de nuestra presencia.
En el paraíso perdido
de la posibilidad.
En otra parte.
En otra parte.
Como suenan estas palabras.”
Wisława Szymborska

Nacido

Así que esta es su madre.
Esta pequeña mujer.
Causante de ojos grises.
Barca en la que años atrás
llegó a la orilla.
De ella se extrajo
al mundo,
a la no-eternidad.
Procreadora del hombre
con el que saltaré sobre el fuego.
Así que es ella la única,
la que no lo cogió
ya listo, completo.
Ella misma lo atrapó
en una piel que conozco,
lo ató a unos huesos
escondidos ante mí.
Ella misma buscó con sus ojos
los ojos grises
con los que él me miró.
Así que es ella, su alfa.
¿Por qué me la mostró?
Nacido.
A pesar de todo, nacido él también.
Nacido como todos.
Como yo, que moriré.
Hijo de una mujer real.
Llegado de las profundidades del cuerpo.
Viajero a omega.
Expuesto
a la inexistencia
por todas partes,
a cada momento.
Y su cabeza
es una cabeza golpeando contra un muro
que cede hasta cierto momento.
Y sus movimientos
son anulaciones
de una condena general.
Entendí
que él ya había recorrido la mitad del camino.
Pero no me lo dijo,
no.
Sólo me dijo
─Es mi madre.
Wislawa Szymborska

Dicen que no hablan las plantas

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman:
                                                  —Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.

—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?

Rosalía

Reminiscencia

No podía dejar de amarla porque el olvido no existe
y la memoria es modificación, de manera que sin querer
amaba las distintas formas bajo las cuales ella aparecía
en sucesivas transformaciones y tenía nostalgia de todos los lugares
en los cuales jamás habíamos estado, y la deseaba en los parques
donde nunca la deseé y moría de reminiscencias por las cosas
que ya no conoceríamos y eran tan violentas e inolvidables
como las pocas cosas que habíamos conocido.

Desde alguna parte
me mira
esa mujer que fuiste
alguna vez lejana
y me pide cosas
me pide memoriales
versos
y perdón por el futuro.

El monótono oficio de amarte
o poesía
extrañas parejas pasean por el parque
signos de una tipografía que ya conozco
por haberla usado desde pequeña
Y el globo de sol
que un extraño colocara en el jardín
como una O redonda
mayúscula
quizás para recordarme
que he de amarte
medida y rimada
como aquellos poemas antiguos,
un poco viejos,
aprenderte de memoria
como un libro de lectura
del cual surge el caballo blanco en el que viajo
en tus sueños nocturnos
y la nostalgia de mamá
por cuya culpa
sin duda      te amo.

Cristina Peri Rossi

La falta

Hay gente que le pone nombre
a su falta
les falta Antonio o Cecilia,
un viaje a Africa
o un millón de pesetas
un pisito en la playa
o una amante
un éxito en la lotería
o un ascenso en el trabajo.

Los que sabemos que la falta
es lo único esencial
merodeamos las calles nocturnas
de la ciudad
sin buscar
ni un polvo
ni una diosa
ni un Dios
          Sacamos a pasear la falta
como quien pasea un perro.

Cristina Peri Rossi

Marina del libro

Inquiero los porqués , los hasta cuándo
los cómo y dónde
y esa pregunta muda que me ahoga
y vive en el silencio .

Y entonces tú
contestas
majestuoso
enorme gamo verde
país de agua
donde los soñadores se dan cita .

Me hablas
grande mar
telón del cielo

y tus olas responden como páginas
de un libro cuyo autor lo sabe todo

como páginas, mar

y como pétalos
de una rosa que nunca se deshoja.

(Versión luminosa de «¿Qué voz viene sobre el sonido de las olas que no es la voz del mar?»)

Blanca Andreu